En la zona norte de la iglesia, y pegado a ella, se encuentra un patio que antiguamente fue el cementerio del pueblo cuando se dejó de enterrar bajo
losas en el interior del templo, pudiéndose leer aún en el dintel de la puerta el año de construcción, 1821, obra que se hizo
gracias a D. Julián de Fuentes, regidor perpetuo de Madrid y hacendado de esta Villa. Después de dejar de enterrar en el interior del templo se enterraba en el pequeño patio que había a la entrada de la iglesia y años después se enterraba ya en ese cementerio inaugurado en 1821. Ese patio, que estuvo techado, en un principio se usó como cementerio desde que se dejó de enterrar en el interior de la iglesia con motivo de la prohibición dictada en tiempos del rey Carlos III en el año 1787 y posteriormente cuando su hijo Carlos IV se ratificó en ello, aunque debido a la tradición generalmente no se hizo hasta los años últimos del siglo XIX en que ya se construyeron los cementerios a las afuera de las poblaciones. En la foto que sigue se muestra el dintel de la puerta y la inscripción que aún se ve claramente, ya que está grabada con puntero. Referente a este cementerio hay una cosa curiosa encontrada en documentos relativos a defunciones, y es la petición hecha por parte de D. Ángel González Solís (notario del pueblo), de un panteón familiar a perpetuidad ofreciendo como indemnización aumentar a sus expensas el perímetro del Campo Santo con una extensión de terreno equivalente al duplo del que ocupe, para construir dicho panteón .... El Sr. cura párroco del pueblo, D. Leonardo Novel, cura "propio" de la parroquia de Moralzarzal, en noviembre de 1878 escribió que a instancias de D. Angel González y Solís, mi feligrés, solicité del Señor Vicario General de Alcalá de Henares autorización para construir un panteón en el campo Santo de esta Iglesia a fin de dar sepultura decorosa a los individuos de su familia, con el caracter de perpetuidad, ofreciendo como indemnización aumentar a sus espensas el perímetro del Campo Santo con una extensión de terreno equivalente al duplo del que ocupe para construir dicho panteón. El Señor Vicario se dignó conceder lo que se pedía en los términos que aparecen del oficio que me dirigió y que copiado a la letra dice así. = Se concede por el presente el pequeño terreno que sea necesario para la construcción de seis a ocho nichos en el Cementerio de esa Villa que por conducto de V lo solicita y bajo el supuesto de perpetuidad indemnizándose según le proponen con agrandar dicha familia de su cuenta el cementerio y todo confiando en el informe favorable que V nos da sobre el particular. Dios que a V M S Alcalá 30 de junio de 1877. = Hay un sello en el oficio que dice : Vicaría General del Arzobispado de Toledo en Alcalá de Henares = Francisco Martín Esperanza = Sr. Cura de Moralzarzal = El párroco escribe también : Comunicado a D. Angel González Solís la concesión del Señor Vicario, principió la obra cumpliendo las condiciones ofrecidas por él y ha terminado en este año dicho panteón que consta de ocho nichos, ocupado ya uno de ellos por el cadáver de su hija Dª Anselma González. Y para que conste en lo sucesivo pongo esta nota en el libro de difuntos entregando al interesado el oficio original del Sr. Vicario para que en todo tiempo pueda hacer constar la propiedad del espresado Panteón. Moralzarzal treinta y uno de noviembre de 1878. Este panteón se encontraba a la derecha de la entrada al cementerio, del que todavía se puede ver grabado en el dintel de la puerta el año de construcción, 1821, como se ha dicho anteriormente, y donde hoy día se halla la puerta de salida de la iglesia al patio que ocupó dicho cementerio. Fue clausurado el día 4 de junio de 1898, año en el que se hizo el actual cementerio en el camino de Alpedrete, ubicado cerca de los Praduelos y del ensancho de los herederos de Julián González, siendo alcalde en esos tiempos Melchor Antuñano Martínez, persona que se asentó en este pueblo después de la guerras carlistas y que provenía de Valle de Carranza (Vizcaya). Se puede ver la inscripción con la fecha en la placa que hay en la pared sur de la que fue capilla del nuevo cementerio, donde también estaba el depósito de cadáveres, que así era en un principio, y debido al aumento de población experimentado en el pueblo ya se han hecho dos ampliaciones, efectuándose la primera en el año 1967, cuando también se montó el mercado de abastos junto al edificio del Ayuntamiento y dando a la travesía de la Peñuela. La inauguración tuvo lugar ese año de 1898 y una de las primeras personas enterrada fue Julia Urosa Oñoro, teniendo lugar la inhumación el día 16 de agosto de 1898, siendo Julia la primera mujer de Silvestre Manuel López Sastre, y en la sesión celebrada en el Ayuntamiento el día 18 de septiembre de 1898 se aprobó la colocación de dicha placa de mármol, pero veamos las circunstancias y pormenores que acompañan a la construcción de dicho cementerio. El día 17 de julio de 1897 hubo una reunión del Ayuntamiento presidida por el Alcalde Melchor Antuñano y con asistencia de varios concejales y el Secretario Maximino Sánchez Oñoro, cuyo objeto fue dar impulso a la construcción de un nuevo cementerio, habida cuenta de que se consignaron en el presupuesto municipal 3000 pesetas para esa obra, y se expresó que es de urgente necesidad que tal obra se lleve a cabo, puesto que el cementerio que hoy existe es de una capacidad tan reducida que no pueden ya verificarse enterramientos por hallarse ocupado en su totalidad y además la higiene y salubridad pública de este vecindario reclaman con urgencia su clausura y la edificación de otro nuevo, puesto que el actual constituye un foco de infección por hallarse en el mismo casco de la población y junto a la fuente y lavadero públicos, por cuyo motivo es este un servicio en el cual debe la Corporación Municipal fijar preferente atención. Como no hay en el pueblo arquitecto ni ingeniero, se invita al maestro de obras Don Escolástico Bermejo y Prieto, vecino de nuestro pueblo y persona que vino de Torija, pueblo alcarreño de la provincia de Guadalajara, a que formule memoria, presupuesto y condiciones de la obra teniendo en cuenta que la superficie del cementerio que ha de construirse debe de ser de mil setecientos cincuenta metros cuadrados, construyéndose también un edificio que se destinará a depósito de cadáveres de treinta y cinco metros superficiales. Se elige como lugar para la construcción el Raso de terreno que existe en este término entre el punto denominado los Praduelos, el ensancho de los herederos de Julián González Morales y el comienzo de la Ladera de Matarrubia que está al sur de esta población y a una distancia de seiscientos metros. Lo acuerdan los presentes en la reunión y lo firman los señores Melchor Antuñano Martínez, que era entonces el Alcalde, Antolín González Sepúlveda, Patricio Mayoral Balandín, Celestino Sepúlveda González, Aniceto González González, Ramón González Muñoz y el Secretario Maximino Sánchez Oñoro, firmas que se muestran seguidamente. Una vez llegado a ese acuerdo se dice que se oiga a la Junta Municipal de Sanidad del pueblo junto con el Sr. cura párroco, que era D. Remigio Muñoz y Coello, de acuerdo con la ley, y se notifique lo acordado al maestro de obras Escolástico Bermejo para que cumpla con el encargo que se le confiere, y lo firma el Alcalde Melchor Antuñano y el Secretario en el día 18 de julio de 1897, notificándoselo legalmente al maestro Escolástico lo que le incumbe, quedando informado y firmando el enterado. La Junta Municipal de Sanidad y el Sr. cura emiten un dictamen que es leído en junta en el Ayuntamiento celebrada el día veinte de julio de 1897 y hacen constar : Que no solo consideran conveniente que se construya el nuevo cementerio que se proyecta en esta pueblo, sino que existe urgente e imperiosa necesidad de que esto se realice con el fin de que se acuerde la clausura del actual por ser sus dimensiones muy reducidas y hallarse instalado en el mismo casco de la población, contiguo a la iglesia parroquial e inmediato a la fuente y lavadero públicos y a algunas casas de vecinos, constituye un foco constante de infección que perjudica notablemente la salud pública de este vecindario : se da el caso a estas horas de que se hace imposible seguir enterrando en el mismo por hallarse ocupado por completo, y el número de cadáveres que contiene en estado de descomposición, hace que la atmósfera que aquí se respira, por las miasmas que se exhalan de tal Campo-Santo, sea insalubre .... , y achacan a ello que las dolencias y enfermedades que se padecen en el pueblo sean más graves de lo normal, y que como el cementerio actual está más alto que el resto de la población y habiendo muchos pozos, cuyas aguas se emplean para todos los usos, incluso para el consumo personal, al infiltrarse por las corrientes de los manantiales que llegan a esos pozos hacen que esas aguas perjudiquen la salubridad e higiene del vecindario y el remedio es clausurar dicho cementerio y construir otro apartado del pueblo. La Junta de Sanidad ve que es una obra a realizar con urgencia, por capacidad y sobre todo por salubridad y que hallándose a una distancia de unos seiscientos metros de la última casa del pueblo, que teniendo solamente ochocientos setenta y cuatro habitantes y que el lugar elegido tiene la ventaja de hallarse en un declive más bajo de la población, sin que en sus inmediaciones ni a mucha distancia haya ríos, lagunas o pantanos y que la dimensión o superficie propuesta por el Ayuntamiento es suficiente para el número de cadáveres que han de inhumarse cada año, es para que en veinte anualidades no exista necesidad de removerse los restos y el cementerio propuesto es suficiente para las necesidades de enterramientos. Firman el Alcalde, el médico Eduardo López de Saá, el párroco D. Remigio Muñoz y Coello, el maestro Francisco Ovejero, junto con Basilio Sanz Esteban, Pascual Domínguez González, Sebastián Sevillano Casillas y el Secretario Maximino Sánchez, firmas que se pueden ver seguidamente. El maestro Escolástico emitió una Memoria en la que e describen las obras a realizar, y que se encabeza de esta manera : Memoria descriptiva de obras que deben ejecutarse para la construcción de un nuevo Cementerio en el pueblo de Moralzarzal, que forma el maestro de obras que suscribe en cumplimiento del encargo que se le ha conferido por el Ayuntamiento. Se indica en dicha memoria que el lugar escogido por el Ayuntamiento es el "Raso entre los Praduelos y el Comienzo de la Ladera de Matarrubia" donde existe una explanada con una capa vegetal profunda por cuyo motivo las sepulturas han de poderse hacer de forma que los cadáveres queden enterrados a la profundidad de más de un metro, indicando que la obra consiste en realizar las paredes del cuadro del cementerio y una capilla que se destinará a depósito de cadáveres, y que dicho cementerio ocupará una extensión de mil setecientos cincuenta metros cuadrados, con las paredes sur y norte de una longitud de cincuenta metros, y las de saliente y poniente de treinta y cinco metros, que los cimientos de las tapias sean de un metro para evitar desperfectos en la excavaciones al abrir los huecos en las excavaciones y que las tapias tengan una altura de al menos nueve pies para evitar que alguna res pueda penetrar y cause daños en las sepulturas. Como en el pueblo no hay depósito de cadáveres, se hará uno aprovechando la tapia de saliente y tendrá siete metros de longitud por cinco de latitud, construyéndose a la derecha de la entrada del cementerio. El depósito tendrá dos ventanas en la cara norte y la puerta será de ocho pies de alto por cuatro de ancho y enlosándose de losas bien apiconadas. Se dice también que el sitio elegido es muy conveniente ya que la orientación de los vientos es contraria al que ocupa la población, ya que el pueblo queda al norte y los vientos en esa zona van en dirección oeste a este y viceversa, y muy pocas veces en el sentido de sur a norte, y que el suelo es de una capa profunda de tierra suave y algo arcillosa, lo que es muy ventajoso para el objeto a que se ha destinado, y sentadas estas bases, el maestro Escolástico da por cerrada la Memoria y la firma el día vientiocho de julio de mil ochocientos noventa y siete. En el expediente de la construcción de este nuevo cementerio se ve que sigue dando detalles de los trabajos que se han de realizar, como cantidades de material, precios, mampostería, enlosado del depósito, puertas, ventanas, maderas, demonte del terreno y otros gastos imprevistos, lo que eleva el presupuesto a un total de 3.000 pesetas. Continúa el expediente con un pliego de condiciones a observarse en la ejecución de las obras, como son la construcción de cuatro tapias y el edificio para depósito de cadáveres. Los materiales son de cuenta del constructor, como piedra, cal, maderas y puestos a pie de obra, y serán de cuenta del Ayuntamiento las tejas para el depósito, pero no su porte, que será por parte del rematante. (ya se ve que va a haber subasta de la obra). Que los trabajos de la obra son de cuenta del Contratista, así como los jornales de los operarios y las herramientas empleadas, y respecto a las calidades de los materiales, se exige que la piedra sea granítica y de la localidad, así como las losas para el depósito, que la cal sea de la fabricada en el vecino pueblo de Cerceda y vendrá directamente del horno, apagándose en la obra, que la madera que se emplee ha de ser de Balsaín, bien seca y limpia. Pero antes de seguir veamos un croquis o plano hecho por el maestro de obras y que nos da una clara idea de lo que se pretendía construir, y se aprecia que había reservada una zona en el ángulo sur-oeste cuyas dimensiones eran 5 metros de ancho y 17 metros de largo, viéndose en él que estaba puesto : Cerca para el sepelio de los que fallecen fuera de la Religión Católica, es decir como un cementerio civil. En la parte superior izquierda del croquis se ve esa Cerca antedicha, que se encuentra en el ángulo que forman las tapias oeste y sur, y en el parte inferior derecha se ve lo que corresponde al depósito de cadáveres, en la tapia norte y lindando con la tapia sur. Sigue el expediente y se ve escrito que los cimientos serán de un metro de profundidad por un mero de anchura, de mampostería en seco y una vez enrasados los cimientos, se harán las tapias de 9 pies de altura y anchura de 70 cm., terminadas en albardilla. Las paredes se enfoscarán por ambas caras, y el depósito irá a dos aguas. Las puertas del cementerio tendrán 8 pies de anchura, y para la subasta se establece el tipo de salida en 3.000 pesetas, y que al contratista se le pagará en tres plazos iguales, el primero a los veinte días del comienzo de las obras, el segundo cuando se haya realizado la mitad y el tercero cuando las obras sean recibidas como buenas. El contrato es obligatorio para ambas partes desde el día en que se obtenga la aprobación superior, y serán de cuenta del contratista todos los gastos y derechos de este expediente, de la subasta y de las copias correspondientes. El contratista dará comienzo a los trabajos en el plazo de ocho días contados a partir del siguiente en el que se le notifique la aprobación de la subasta y terminará las obras en sesenta día desde que dé principio a las mismas. Firma el maestro de obras, Escolástico Bermejo, y se ve la fecha que es el veintiocho de julio de mil ochocientos noventa y siete. Se decreta que el médico titular del pueblo, D. Eduardo López de Saá y el del vecino pueblo de Collado Mediano, D. Juan Parés y Miguel emitan un informe acerca de las condiciones higiénicas del cementerio en proyecto y que se dirija comunicación al Señor Juez Municipal para que expida y remita a esta Alcaldía una certificación del número de defunciones ocurridas en el último decenio y se informe al Ayuntamiento de los años que podrá utilizarse el nuevo cementerio. Esto lo firma el Alcalde Melchor Antuñano y el Secretario, en Moralzarzal a primero de agosto de mil ochocientos noventa y siete. Los médicos de este pueblo y de Collado Mediano responden que consideran urgente y de imperiosa necesidad la construcción del nuevo cementerio y la clausura del actual, que constituye un peligro para la salud pública, el cual es incorporado al expediente, y en este se ve otro documento en el que hay un informe del Ayuntamiento reunido el día siete de agosto de mil ochocientos noventa y siete, con la asistencia del Presidente Melchor Antuñano y los Concejales Antolín González, Celestino Sepúlveda, Patricio Mayoral, Ramón González, Aniceto González y Ángel Balandín, y examinadas la Memoria, Presupuesto y demás condiciones habidas en el expediente, las aceptan en todas sus partes. De acuerdo a la superficie total proyectada y considerando que cada sepulcro tenga unas dimensiones de 2,25 metros de largo por 1,25 de ancho, la capacidad es para 619 cadáveres y con el término medio de 23 enterramientos al año, se podrá utilizar 27 años sin remover restos mortales, y se dió por terminado este acto, firmándolo los antedichos Señores y el Secretario. Se dice que se una al expediente el informe del Registro Civil y el croquis del Maestro de Obras y que se remita al Sr. Gobernador Civil de la Provincia para efectos legales, y lo firma el Alcalde, viéndose esos dos documentos dichos agregados al expediente. De ese croquis dicho, se muestra seguidamente la parte que se dedicaba a cementerio civil, viéndose las dimensiones, 17 metros de largo por 4 de ancho, y lo escrito en él. La subasta de las obras se acuerda que se celebre el día nueve de enero del año próximo a las once de la mañana en la Sala Consistorial y para publicidad, que se fijen edictos en los sitios de costumbre y en los pueblos limítrofes de Collado Villalba y Guadarrama y en el Boletín Oficial de la Provincia, siendo este decreto firmado por el Alcalde Melchor Antuñano el día veintisiete de diciembre de mil ochocientos noventa y siete. El día señalado, nueve de enero de mil ochocientos noventa y ocho, se reune en la Sala Consistorial el Ayuntamiento presidido por Melchor Antuñano Martínez y con los concejales asistidos por el Secretario, para proceder a la subasta de las obras de construcción del nuevo cementerio, leyéndose el presupuesto y pliego de condiciones, y el Presidente declaró abierto el acto, diciendo que durante una hora se admitirán proposiciones verbales por pujas a la llana, es decir abiertamente, de viva voz. Empezó Francisco García Reguera, vecino de Collado Villalba con 2.975 pesetas, le siguió Escolástico Bermejo Prieto, de esta vecindad, con cinco pesetas menos, Luciano Balandín González pujó por 2.960 pesetas, y así se sucedieron diversas pujas, y transcurrida la hora señalada, a la última de las tres palmadas se adjudicó provisionalmente a Luciano Balandín, vecino de esta Villa en 2.488 pesetas y se comprometió a verificar todas las obras a que alude este expediente. Estando presente aceptó y puso como fiador a Miguel González Perea, que aceptó y se obligó en la misma forma que el rematante. Se dió por finalizado el acto y firmaron todos los asistentes, pudiéndose ver las firmas seguidamente. Es en 1900, en la sesión celebrada en el Ayuntamiento el día 8 de enero de 1900 cuando se trata de la construcción de un camino al cementerio, habida cuenta de la "falta de trabajo de la clase jornalera" y de que no había camino transitable, y se acordó asimismo que los jornales a pagar a los jornaleros fueran en concordancia según el tiempo empleado por cada interesado. La construcción fue acordada en la sesión del día 13 de ese mismo mes y año, estando constituido el Ayuntamiento por el alcalde presidente Ramón González Muñoz y los concejales Antolín González Sepúlveda, Justo Balandín Prados, Celestino Sepúlveda González, Patricio Mayoral Balandín, Miguel González y Melchor Antuñano Martínez. Se hizo una lista de jornaleros al efecto así como la clasificación del precio a que debe pagarse el jornal de los que se inviertan en dicha obra, consignándose para cada individuo, en las listas de trabajo formadas al objeto, el jornal correspondiente, y como jornaleros estaban en esa lista Doroteo González González, Pío Prados Maya, Pablo Torres, Hermenegildo Balandín, Claudio Segovia, José Gil y Casimiro López. y como carreteros para los acarreos necesarios fueron escogidos Anastasio González y Angel González Mazarías. Esos jornaleros y carreteros fueron también los encargados de ir a por la leña y su transporte para la fiesta de la luminaria del día de San Sebastián, festejo en el que se celebraba asimismo una función religiosa. Con respecto a la capilla del cementerio, cuando se construyó éste, no se hizo tal capilla y es poco antes de las fiestas patronales de 1913, a finales de septiembre, cuando en la sesión celebrada en el Ayuntamiento se acuerda aceptar la construcción de la capilla, donde estaba el depósito de cadáveres (hoy es una sala de velatorio), y según dijo D. Remigio Muñoz y Coello, cura párroco en esa fecha, que lo iba a hacer un alma piadosa pero no dice el nombre. También pondrá una cruz de piedra en el centro del cementerio, la cuál aún persiste, todo a expensas del donante. Ese donante era el mismo que regaló las campanas que estaban en la espadaña de la capilla del cementerio antes de la guerra de 1936, y se trata de Saturio Prados Morales, tío bisabuelo de dos mujeres de esta pueblo de las que se hace mención en el apartado de la apicultura, persona que desempeñó el cargo de administrador del Sr. Duque del Infantado en el Monte de las Viñuelas, el cuál falleció en octubre de 1923 a la edad de 80 años, a los pocos años de ver cumplido su sueño como "alma piadosa", según dijo el párroco D. Remigio. En la sesión celebrada en el Ayuntamiento el día 11 de febrero de 1917, se concedió el servicio de limpieza y cuidado del cementerio gratuitamente al cura párroco D. Remigio, pagándose antes 75 pesetas al encargado, las cuales salían de las arcas municipales y con esto se las ahorraba el municipio, ahorro que duró poco más de dos años pues en diciembre de 1919 se acordó que la limpieza la hiciera Celedonio Domínguez desde 1º de junio de 1919 y siguiera hasta finales de junio de 1920, pagándole a razón de 75 pesetas al año. Pero en febrero de 1922 vuelve a encargarse al Sr. cura D. Remigio el cuidado y limpieza del cementerio por 125 pesetas. Hay una anécdota curiosa y es la de la subasta de un pañuelo de cachemir y de dos pañuelos pequeños procedentes de una rifa en la que no apareció el ganador, subasta con lo que se pretendía obtener dinero para construir un carrito con el que poder llevar los cadáveres desde la iglesia al cementerio, hecho que se acordó en mayo de 1901. El 20 de septiembre de 1974, siendo alcalde D. Vicente López Barbero, se solicitó el permiso para destinar el antiguo cementerio a otros usos así como el traslado de restos. Pero el Ayuntamiento amplió el cementerio para aumentar su capacidad de sepulturas, se construyó un tanatorio con dos salas y una capilla que hizo el relevo a la que existía en lo que fue depósito de cadáveres, y que fue inaugurado el día 31 de octubre de 1998, como se puede ver en la placa colocada en una de sus paredes, y que se muestra seguidamente. El edificio que fue depósito de cadáveres fue convertido en otra sala para velatorios, con lo que son tres las que constan en el tanatorio del cementerio. La inauguración tuvo lugar el día dicho líneas arriba, estando presentes el director general de Administración Local de la Consejería de Desarrollo Regional de la Comundad de Madrid, D. Alejandro Sanz Peinado y del alcalde del pueblo D. José María Moreno Martín. Según la prensa del día 31 de octubre de 1998 se decía que se iba a inaugurar ese día el tanatorio y la ampliación del cementerio, que el presupuesto era de 56 millones y medio de pesetas financiadas integramente por el Plan PRISMA y que la ampliación del cementerio suponía que se alcanzaba una superficie de 3.296 metros cuadrados, destinándose 1.493 metros a la construcción de 780 fosas, y se ampliaba en 183 nuevos nichos, pudiénose llegar hasta los 234, y que se contaba con la capilla antedicha, salas de velatorio, oficina, osario y sala de autopsias además de aseos, en fin una buena obra para dar servicio a la población. |
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