Costumbres y tradiciones

( para desarrollar los temas correspondientes pincha en los enlaces, como por ejemplo SORCAS )


Juegos

En el pueblo se entretenían con distintos juegos como el chito, la calva, el marro y la barra.

El chito o tanga consistía en colocar un canto o palo erguido, de unos 3 cm de base, sujetándolo a base de rodearlo de tierra. Desde el chito se medían unos cuantos pasos hacia atrás, donde se hacía una raya, desde la cual había que lanzar unos tejos para derribar y sacar al chito de un círculo previamente trazado. Normalmente el que le daba de lleno lo conseguía sacar y ganaba la apuesta hecha y si solamente se le daba de costado y no salía del círculo, los siguientes tenían la posibilidad de ganar.


 tanga y tejos


En otros lugares se llama chita y consiste en arrojar tejos o discos de hierro contra un pequeño cilindro de madera llamado tanga, tango o tangana y sobre el que se ponían unas monedas que se apostaban por los jugadores, o unas piezas metálicas similares, de manera que el jugador que lograba derribar la tanganas se llevaba todas las monedas que quedaban más cerca del tejo que de la tangana.

La calva consiste en una pieza de encina u otra madera dura en forma de codo con los lados desiguales, uno de ellos de unos 20 cm. y el otro de unos 30cm. de longitud, éste segundo de sección más o menos cuadrada para poder sujetarse en el suelo. Forman un ángulo obtuso, siendo el lado más largo el que sirve de base para apoyarse en el suelo.

 calva y gorrillos


Se lanza el marro o gorrillo procurando que vaya horizontal hacia la calva, de manera que al alcanzarla y darla en un extremo, se la haga saltar. El marro o gorrillo es un rulo o cilindro de piedra, siendo normalmente de pórfido (gabarro) de unos 18 a 20 cm. de alto y unos 6 cm. de diámetro de manera que se pueda coger bien con la mano

El marro consiste en lanzar un marrón hasta un bolo o cualquier otra cosa incada en el suelo, al que se le lanzaban los marros, ganando el que más se acercaba al bolo.

 bolo pinado


La barra es un juego en el que había que lanzar una pieza cilíndrica de hierro, llamada barra o barrón, de una determinada longitud, que en Castilla solía ser de 75 a 85 cm. y acabada en punta. En el pueblo, como se trabajaba en las canteras y talleres de piedra, solía ser la pieza usada para apalancar y mover piedras, (los canteros tenían barras y barrones para esos menesteres). No se podía pasar de una marca preestablecida, que era una raya hecha en el suelo y ganaba el jugador que más lejos la lanzaba. El lanzamiento se podía hacer a pierna o a pecho. A pierna consistía en lanzarla después de hacer una ligera carrera y a pecho consistía en lanzarla estando quieto. En la modalidad a pecho, la fuerza se conseguía aprovechando el giro del torso y estirando el brazo. Aquí en el pueblo, el método de lanzamiento a pierna, se hacía poniendo la barra entre las piernas y lanzándola de manera que tenía que caer dando en el suelo primero la parte trasera de la barra ("Bemba" es recordado como un buen lanzador de esta modalidad. Todos los jugadores tiraban la misma barra y el lanzamiento se consideraba válido si la barra caía de punta. Además si la barra daba vueltas sobre su eje transversal durante la trayectoria, el tiro se consideraba nulo. La distancia a la que caía la barra se medía con una cuerda o a pasos y el que más lejos llegaba era el ganador.

 preparado para lanzar la barra


En este dibujo se aprecia el modo de "lanzamiento a pierna".

La barra española, como era conocida hasta los años setenta, estuvo amparada por la Federación Española de Atletismo, y hay una curiosa anécdota protagonizada por Miguel de la Quadra Salcedo que en el año 1956, siendo lanzador de jabalina y participando en una competición, utilizó la técnica de lanzamiento de barra española, consiguiendo entonces una marca extraordinaria e impensable para el resto de los atletas. La Federación Internacional de Atletismo prohibió el método de lanzamiento de Miguel de la Quadra poniendo como excusa el preservar la ortodoxia del deporte de la jabalina, y finalmente esta modalidad fue excluida de la Federación Española de Atletismo.





El Mayo


El mayo era la fiesta que celebraban los quintos, los mozos que eran llamados para ir a prestar el servicio militar. Se celebraba la víspera del día de San Pedro y consistía en ir a cortar un álamo, de madrugada y llevarlo a la plaza del pueblo, ponerlo pinado en el centro y adornar con ramas las porteras de la plaza. A veces era tan grande que tenían que hacer uso de algún carro de bueyes para poder manejarse mejor y la gente cuando el día de San Pedro lo veía, decía :
"menudo mayo han plantado este año".
Cuando se urbanizó la plaza, se hicieron aceras y se asfaltó, ya no era posible "plantar" el mayo en ella, así que se ponía en la plaza de la Fragua, y como testimonio de ello, se muestra la foto siguiente en la que se ve al grupo de mozos que "plantaron" el mayo en esa plaza y se puede observar que la fuente que había en la plaza del pueblo (hoy de la Constitución) y que estuvo donde hoy está el estanco, luego en las gradas y actualmente de nuevo en la plaza de la Constitución, en la esquina que hace con la plaza de la Fragua y calle Roseles, se ve que estuvo en la propia plaza de la Fragua.

En la foto siguiente se ve al grupo de quintos llamados a filas acompañados de amigos que "plantaron" el mayo la víspera de San Pedro de 1973.

mozos que plantaron el mayo


Pero para dar testimonio de la plantada del mayo en donde siempre se hacía, es decir en la plaza del pueblo o plaza de la Constitución, se muestra la siguiente foto en la que se ve el mayo y a ese pequeño grupo de amigos junto al álamo en el año 1964, cuando se estuvo haciendo obras en el edificio del Ayuntamiento, y aparecen de derecha a izquierda José María Torronteras "Chemari", Antonio Jiménez el "Vete", José María López "Tolín", Antonio Nadal "Cartones", Luis Sabariegos "Cigüeñín" y Antonio López "Moru", autor de este web.

mozos junto al mayo




La Cruz de Mayo


La cruz de mayo era una fiesta muy popular en la que los patronos invitaban a comer a sus empleados y se celebraba generalmente en el campo. Hoy día consiste en una romería en el parque de la Tejera y en la que el Ayuntamiento invita a degustar sardinas asadas, panceta y chorizo a la parrilla y buen vino a todo el que quiera acudir, con espectáculos para la gente menuda y exibiciones de jinetes y amazonas. También es costumbre que las gentes hagan cruces adornadas con las flores que se dan por esas fechas, como son las de las retamas con sus flores amarillas, cantuesos, tomillos y romeros, colocando las cruces en lugares bien visibles y concurridos por el pueblo.

Pero el origen de la fiesta de la Cruz de Mayo hay que buscarlo en el siglo IV de nuestra era y tuvo lugar durante el Imperio Romano, cuando Santa Elena, madre del emperador Constantino fue a Jerusalén a buscar la cruz en la que murió Jesús, y después de muchas y laboriosas excavaciones se encontraron tres, pero como no sabían cómo distinguir la cruz de Jesucristo de las otras dos, las llevaron a una mujer agonizante y al tocarla con la primera cruz, la enferma se agravó, al tocarla con la segunda, quedó igual que estaba, pero al tocarla con la tercera, la enferma recuperó la salud al instante, y como consecuencia de ello, Santa Elena junto con el obispo de Jerusalén, Macario, y miles de devotos llevaron la cruz en una piadosa procesión por las calles de Jerusalén. Por muchos siglos se ha celebrado en Jerusalén y en otros muchos sitios del mundo entero la fiesta llamada de la Invención o hallazgo de la Santa Cruz, celebrándose el día 3 de Mayo, al parecer porque esa era la fecha en la que encontraron las cruces.

Esta fiesta es cada vez más concurrida y es celebrada de manera que ese día da lugar al encuentro de gentes que se reunen para comer en fraternidad, para volver a encontrarse algunos que hace tiempo no se veían, reencuentro de familiares y amigos que han emigrado, como me ocurrió con miembros de una familia que se fueron a Barcelona y uno de ellos hacía 43 años que no había vuelto por el pueblo, se trata de Alfonso González Segovia que vino a la fiesta con su familia, entre los que estaban su hermano Luis Miguel y sus hermanas Rosa Mari y Pilar, lo que dió lugar así a un encuentro en el que se comentaron muy gratos recuerdos. Y se celebra la fiesta con alegría y buen humor, recordando cosas pasadas y festejando el encuentro con lo que da la buena armonía y amistad.
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En las fotos que siguen, se ve un aspecto general de la fiesta en mayo de 2005 y un grupo de amigos reunidos.


En las fotos siguientes, se ve la cruz presidiendo la fiesta y voluntarios en las parrillas y preparando vasos de vino.



Hace unos pocos años se ha vuelto más vistosa esta fiesta pues se ha añadido la romería a base de jinetes y amazonas que van recorriendo las calles del pueblo y hacen parada en aquellos establecimientos hoteleros que les invitan a tomar un aperitivo a base de un pinchito y bebidas, como son buenos pinchos de tortilla, chorizo, salchichón, ... y cerveza, vino fino o vino de Ribera o Rioja, y finalizan en el parque de la Tejera donde se reune la gente para comer alrededor de la ermita de la Santa Cruz.
En las fotos que siguen, correspondiente al año 2019, se ve a parte del grupo de romeros que empiezan su recorrido donde la plaza de toros, y desde allí van en sus hermosas monturas haciendo más alegre esta fiesta.




La Luminaria

La víspera del día de San Sebastián se prendía una hoguera hecha con leña cogida por los mozos que se habían casado el año anterior y cantaban y bailaban alrededor de ella, saltando sobre las llamas algunos de ellos, los más atrevidos. También, algunos mozos iban corriendo por las calles haciendo sonar los cencerros que llevaban atados alrededor de la cintura.
El culto a San Sebastián es muy antiguo y era invocado para proteger a las gentes contra la peste y contra los enemigos de la religión, celebrándose su fiesta el 20 de enero y siempre unida a la de San Fabián. Durante la epidemia de peste ocurrida en Roma en el año 680, fue invocada su protección y desde entonces la Iglesia Universal ve en él al abogado especial contra la peste. Está sepultado en la catacumba llamada de San Sebastián de la Via Apia, y en su sepultura hay una inscripción que dice :

"A Sebastián, mártir y campeón de Cristo, defensor de la Iglesia, terror de la peste".

El hecho de invocar al santo iba acompañado de la quema de leña con el fin de purificar el aire y así liberar del mal y enfermedades como la peste.
En las siguientes fotos se ve a la izquierda la hoguera ardiendo en el Raso, lugar a donde se ha trasladado la fiesta, pues ahora ya no se hace en la plaza, y en la foto de la derecha se ven los cencerros que lleva Ana, vecina del pueblo, que recuerda lo que antiguamente hacían los mozos.




La tradición en el pueblo viene de antiguo y se ve en las actas de algunas sesiones celebradas por los miembros del Concejo, haciéndose constar en ellas las personas elegidas como encargados de ir a por leña y transportarla para la luminaria de la noche de la víspera de la festividad de San Sebastián, y por ejemplo en la de la sesión celebrada el 13 de enero de 1900 consta el nombre de los jornaleros que han de ir a cortar la leña y el de los carreteros que tenían que transportarla a la plaza del pueblo que era donde se prendía la hoguera, constando como jornaleros para la fiesta de ese año Doroteo González González, Pío Prados Maya, Pablo Torres Gómez, Hermenegildo Balandín González, Claudio Segovia Maya, José Gil Miguel y Casimiro López. Los carreteros que constan en el acta son Anastasio González González y Angel González Mazarías, todos vecinos del pueblo y casados el año anterior. También consta en el acta que habrá función religiosa como siempre.
En 1901 aparte de los recién casados que irán a por leña, constan como carreteros Julián Balandín Solís y Angel Mazarías Berrocal para el transporte de la misma, y se encarga al Sr.  Cura de la función religiosa.
Asimismo en 1904 se acordó que siguiendo las costumbres establecidas se celebre la función votiva a San Sebastián como en años anteriores y con objeto de que en obsequio a la memoria del Santo se queme la leña en la plaza pública el 19 del actual se designan como jornaleros a Mariano Sanz González, Anastasio Morales Balandín, Juan Domínguez Tejero, Rafael Redondo Estévez, José León, Víctor de Antonio, Regino Alonso González, casados en 1902 ya que el año 1903, anterior a la luminaria, no se celebró ningún matrimonio en el pueblo y como carreteros Ramón González y Angel González Mazarías (hay 3 jornaleros casados en 1902 y otro en 1901)
En 1905 para la fiesta de San Sebastián, se nombran 7 jornaleros y los carreteros Felipe García de Frutos y Manuel Taillet.
En el acta de la sesión de 16 de enero de 1909, consta que para la fiesta de San Sebastián se comprarán dos carros de leña del monte del Hormigal que procede de la corta, designando para ayudar a cargar a 5 nuevos vecinos, y los carros de Pascual González Turégano y Federico González González.
En 1911 Se encarga como jornaleros a Ambrosio Soriano Segovia y Antonino González Sepúlveda para ayudar a cargar y Pascual González Turégano como carretero que se ha ofrecido, y si éstos no pudieran, se escogerá a otros que elija la alcaldía para que traigan algunos tomillos de la Cañada de la Dehesa Nueva y 30 gavillas que se adquirirán en la Cerca de la Ladera "para elevar al Santo la hoguera de costumbre".
En 1923 La leña la cogerán los nuevos vecinos y los carros serán los de Antonio Morales López y Teodoro Balandín Madrid.
En el año 1924 los jornaleros para la Luminaria del día 19 serán los nuevos vecinos Pablo y Críspulo Eugenio González Maure, hermanos, Angel Estévez Segovia, Julián Segovia González, Qintín Alcón Carralón, Paz Martín Navas, que era venido de Piedrabuena de Ciudad Real y se afincó en nuestro pueblo, y Víctor Azañedo Quirós, vecino del pueblo aunque proveniente de Las Navas del Marqués y los carros de Celestino Sepúlveda González y Esteban González Morato. Se dice que solo hay presupuesto para leña, no para actos religiosos, y la leña se adquiere de Los Linarejos, de los despojos de la corta.
Al decir nuevos vecinos se refiere a casados en esta Villa, naturales de la misma o venidos aquí, casados en el año o dos años antes, o los casados fuera y venidos al pueblo y avecindados en él. Y los carreteros solían ser los que vivían en el pueblo y estrenaban carro, o ponían a trabajar yunta de bueyes o vacas recién domados o eran carreteros casados en el año anterior, aunque esto último era más raro.

En la actualidad, la fiesta se celebra acompañada de un vaso de chocolate que preparan las mujeres voluntarias del pueblo, en el que se mojan churros y bizcochos ofrecidos por el Ayuntamiento. En las siguientes fotos se ve a mujeres dando chocolate y bizcochos y en la foto de la derecha se muestran las manos de un "voluntario" que se ha acercado a saborear esa merienda al calor de la lumbre.

  


Y como recordatorio para todos los habitantes de este pueblo, hay que decir que la ermita que hubo en Los Navazos, cerca de la carretera de Mataelpino, donde está hoy día la calle de La Ermita y próxima al supermercado SuperSol, estuvo dedicada a San Sebastián.




El bastonero


El bastonero era una figura que llamaba mucho la atención a los que veníamos de Madrid, ya que nunca habíamos visto un personaje de esas características, y era la persona que velaba por el comportamiento correcto, según las normas de antaño, de los que iban a bailar al salón, (era el SORCAS), y en los años 50 hubo mocitas que sufrieron su reprimenda por atreverse a bailar vistiendo pantalones. Asimismo, si una moza era invitada a bailar y se negaba, como saliera a bailar con otro que la requiriera después, el desafortunado podía pedir al bastonero que la llamara la atención por no acceder a la petición del primero y sí bailar con el segundo.
De la figura del bastonero y su función desempeñada en el salón del baile, se hace referencia en el apartado dedicado al SORCAS.



Los títeres

Los títeres son un espectáculo consistente en marionetas, acrobacias y otros ejercicios de carácter circense generalmente ejecutados por artistas ambulantes y al aire libre, aunque títere es un muñeco hecho de una materia como de pasta que es movido generalmente por medio de hilos, o la persona que se deja manejar por otra, cosa que se veía en las sesiones que se celebraban en la plaza.
El oficio de titiritero requiere, además de un talento innato y vocación profesional el estar en buena forma física, puesto que a veces se daban saltos o se hacían piruetas en las anillas o el trapecio y también un cierto dominio en el arte de manipular el títere.
También había inconvenientes a los que tenían que enfrentarse los titiritero como eran el poco espacio disponible para realizar su trabajo junto a la presión ejercida por algunos espectadores.
Cuando el tiempo se veía asentado y normalmente en la época de verano, era cuando se podía ver el espectáculo de títeres en el pueblo, que como norma se desarrollaba en la plaza, hoy día plaza de la Constitución.
¿Quién no recuerda de aquel grupo que venía con «Sonia Bertín», o de los hermanos Rueda, o de «Paja Larga»?.
Los titiriteros venían en carromatos típicos ambulantes y se dedicaban a hacer guiñol con la mano metida en el interior del títere, números de circo o juegos de manos, y se solían poner, montando a veces una plataforma para estar algo elevados, en la plaza entre donde está ahora el estanco y la panadería la Morera, y otras veces se ponían junto a la tapia de la herrén de la plaza, donde está ahora la casa que hace esquina a la salida hacia la calle Roseles.
Los hermanos Rueda, además de la plataforma montaban en el escenario un trapecio en el que hacían sus números circenses y a veces decían : ahora más dificil todavía, a la par que hacían otro número más peligroso en el trapecio.
Algunos titiriteros tenían como típico representar el número de la cabra subiendo a una escalera, que consistía en azuzar a la cabra que ponían junto a la escalera de tijera abierta, y al son de toques de trompeta y redobles de tambor, la cabra iba subiendo los peldaños uno a uno en forma tranquila, como muy cansina, hasta quedarse en la zona última de dicha escalera, en donde había un pequeño cilindro y la cabra ponía las cuatro pezuñas sobre él, con un equilibrio bastante inestable, pero nunca se caía.
«Paja Larga» tenía un número que decía del toro, y era un hermoso muñeco con la forma de un toro, en el que se metían normalmente dos de los asistentes al espectáculo y a veces se reía uno más por la caida de alguno de los dos «inquilinos» del toro, que por otra cosa.

La llegada de los titiriteros se anunciaba por el pregonero y comenzaba a una hora prefijada, siempre y cuando hubiera clientela suficiente para que cuando se pasara el sombrero o gorra, cayera dinero suficiente para animar a los artistas, y si no había mucho público, se esperaba un poco para que se fuera arrimando más gente.
Solía haber un descanso y en ese entreacto es cuando se «recaudaba» la voluntad económica de los espectadores, comenzando a continuación la segunda parte, que normalmente consistía en actos teatrales muy cortitos, es decir, lo que se conoce actualmente como un sketch, que es una escena breve, normalmente cómica, que con otras de parecidas características se integraba en el conjunto del espectáculo.
A veces se solía invitar a participar a alguno de los presentes, haciendo normalmente, el que salía al escenario, de títere o marioneta del titiritero, moviendo un brazo u otro de manera que abría y cerraba la boca como una marioneta a la vez que el titiritero decía frases como un ventrílocuo, que causaban bastante risa en los espectadores, y en otras ocasiones salían dos payasos de manera que uno hacía de listo y otro de tonto, que casi siempre acababa pidiendo el tonto la miel al listo, y finalmente éste le soltaba un buen chorro de agua que llevaba en la boca.
En otro de los descansos o entremedias del espectáculo, se vendían las papeletas para la rifa, y si no se llegaban a vender todas, al final se subastaban las que quedaban y se efectuaba la rifa, y era con los hermanos Rueda cuando se subastaba una botella de sidra, y recuerdo que una vez fue al bastonero Antonio «el picos» al que le toco la rifa.
Los que íbamos de espectadores, o nos sentábamos en el suelo o llevábamos banqueta, silla o cualquier cosa en la que poder sentarnos, y al acabar la función, cada cual agarraba su «asiento» y para casa.

En la foto siguiente se ve la acampada de titiriteros al lado de los pilones que había en la zona de la fuente de la Salud, en la calle de la Valleja.

acampada


Hubo una persona en el pueblo al que le gustaba tanto el circo y los títeres, que en cierta ocasión se marchó algunos días con el grupo de titiriteros, y fue Ricardo Segovia, de apodo «Canene»,
En una noche de verano del año 1958, cuando estaban los hermanos Rueda haciendo su función en la plaza, se reclamó personal para ir a apagar un fuego que se había producido en el Cerro del Telégrafo, y los titiriteros decían que no pasaba nada, de manera que no se fuera la gente del espectáculo, pero la Guardia Civil empezó a movilizar a las personas que podían valer para ir a apagar el fuego, y el revuelo que se organizó fue mayúsculo.



Carreras de sacos

Durante las fiestas patronales y en algunas otras fiestas, los mozos participaban en una carrera que tenía una característica muy especial, y es que la hacían metidos en sacos.
Para una carrera de sacos, son necesarios sacos de arpillera y los participantes en la carrera han de tener un buen sentido del equilibrio y estabilidad.
La carrera se hacía sobre un recorrido determinado y para ganar había de cubrir la distancia establecida del recorrido, y los contendientes tenían que ir saltando metidos cada uno en un saco y haciendo la carrera saltando, de manera que ganaba el que llegaba primero después de cubrir la distancia del recorrido.
Tenía que haber el mismo número de sacos que participantes quisieran competir, y la carrera tenía y debería desarrollarse a poder ser en un terreno más bien llano y que no fuera duro, de manera que si algún participante se cayera, el impacto con el suelo fuera lo menos dañino posible.
Se marcaban las líneas de salida y de llegada sobre el suelo, de manera que se evitaran después discusiones sobre la distancia del recorrido, y debería ser la adecuada según al espacio que había para que se desarrollara la carrera.
Para hacer esta carrera, había que estar preparados con un buen sentido del humor para aceptar las posible caídas que son inevitables y verdaderamente posibles en este tipo de juego, y en nuestro pueblo se solían hacer durante las fiestas patronales e incluso en determinados días de fiesta en los que se disponían los contendientes a pasarlo bien.

En la foto siguiente se ve a ese grupo de mozos preparados para iniciar la carrera de sacos que se celebraba en la plaza durante las fiestas patronales del año 1948, y en ella se ven, de izquierda a derecha a Andrés Segovia «Gordete», Cesáreo González «Sarín», Alberto Sánchez «Chispa», Santiago González «Cagueta», Luis Martín «Vino Blanco», Julián Escalada «Gorrión», Santiago Estévez y Alfonso Segovia.

carrera



La costumbre y el pilón

Una broma que se hacía en el pueblo era la "costumbre" parece ser que era una tradición o hábito que se daba en muchos pueblos de esta Sierra, como el nuestro y los aledaños, y era considerada, desde el punto de vista actual, como una demostración de esa actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres, lo que es el machismo, ya que los mozos del pueblo consideraban a las mozas del mismo como cosa propia, como si fueran de su propiedad, siendo esa apreciación o creencia la raíz de la "costumbre".
Cuando un mozo forastero, bien en el Salón de baile o fuera de él, acompañaba a una moza del pueblo con cierta insistencia y en repetidas ocasiones, al ser esto notado por los mozos que apreciaban esa frecuencia de salidas y encuentros, enseguida llamaban la atención al forastero y era advertido para pagar la consabida costumbre, que era como un tributo por frecuentar a la moza del pueblo, lo que era exigido por los mozos del lugar, presionándole para obligarle a contribuir con el pago de la costumbre al "paisanaje", es decir para ser considerado como del mismo país o pueblo que los nativos.
El mozo forastero tenía dos opciones, o pagaba la costumbre, que consistía en invitar a los mozos del lugar a un buen agasajo, como podía ser una merienda o una arroba de vino, o en caso de que se negara a pagarla, era cogido entre todos los mozos y era manteado hasta que accediera a pagar esa costumbre, pero caso de seguir en sus trece de no pagarla, era llevado al pilón de la plaza de la fuente del Caño o de la fuente de los Cuatro Caños, y vestido lo echaban al agua sin importar la época del aóo en que se estuviera, evitando tal acción solamente con el pago de la costumbre.
Cuentan algunos mayores que en una ocasión, como en el recorrido que hay desde el Salón de baile hasta la fuente de los Cuatro Caños solía haber un carro de bueyes, ataron al mozo forastero a la viga del carro y lo inclinaban de manera que el mozo era introducido en el agua del pilón y al sacarlo le volvían a preguntar si pagaba la costumbre, de manera que siempre accedía al pago de la arroba de vino o el "impuesto d paisanaje" que se le impusiera.

En la foto siguiente se ve la calle de la Iglesia y un carro de bueyes que solía estar en medio de la calle, el que ausaban los mozos para balancear al forastero con el propósito de hacerle pagar la costumbre.

carro



Pídola

Una broma que se hacía en el pueblo era Se echaba a suertes para elegir los distintos puestos y a la vez se decidía quién era el jugador que se quedaba de burro, siendo el jugador que "la liga" el que tenía que hacer de burro, y para evitar que le hicieran daño en la cabeza, era aconsejable que doblara la cintura y que se encorvara de manera que los demás jugadores que esperaban haciendo una fila para jugar, empezaran a saltar sobre el burro, y por consejo de la experiencia, era aconsejable que éste escondiera la cabeza entre las manos para evitar los golpes.
El salto por encima del burro a veces era simple o sencillo o bien realizando lo que llamábamos tabaca, lique, culá y azote a la remanguillé, aunque en nuestro pueblo estaba prohibido dar el lique, cosa que si se hacía en otros pueblos.

La tabaca era dar con la parte media del pie en el culo del burro; el lique era un talonazo, es decir dar con el talón del pie en el culo del que la "ligaba"; la culá era el golpe que se daba con las asentaderas o cayendo sobre las del burro, y el azote a la remanguilé era dar un azote de cualquier manera, y en este juego se solía dar volviendo el brazo del que salta, que correponde al que se encuentra más cercano al culo del "burro".

Se iba saltando por orden según se había elegido en el sorteo, a partir de una raya que se trazaba en el suelo, y el que saltaba pasada esa raya la "ligaba" y se tenía que poner de burro. Los saltos iban acompañados de retahílas, es decir, una serie de muchas cosas que se mencionaban según un orden y recitando como sigue :
A la una el rabo de la mula, y se saltaba dando el azote a la remanguillé.
A las dos tiró la coz, y se daba el lique.
A las tres palito y diez, dando azote y culá.
A las cuatro, brinco y salto, y se daba azote.
A las cinco, mi mejor brinco, y se saltaba.
A las seis, machaca la miel, saltando a la vez que se daba azote y culá.
A las siete, pongo mi gran caperucete.
A las ocho, salto y lo recojo.
A las nueve, salta la perrita y bebe.
A las diez, vuelve a saltar otra vez.
A las once, llama al conde.
A las doce, le responden: ¿qué quiere usted, señor conde?, y se saltaba dando azote y culá.
A las trece, amanece en el huerto de Andrés, y se daba culá.
A las catorce, anochece, y se daba azote y culá.

En Madrid y en otros pueblos de esta zona, como Villalba, si se daba el lique, y la retahíla que se decía el saltar era muy parecida a la que se decía en Moral, y lo que se hacía, se ve escrito en las líneas que siguen :
A la una andaba la mula, a la vez que se saltaba y se daba el azote en el culo del burro.
A las dos dio la coz, dando el lique.
A las tres brinquitos de San Andrés, dando azote, lique y culá.
A las cuatro, brinco y salto y a la vez se daba azote.
A las cinco, salto y brinco, dando el lique.
A las seis, machaca la vieja los ajos en el almirez, machácalos bien que son "pa" comer, machácalos mal que son "pa"     cenar, y se saltaba dando azote, lique y culá.
A las siete, salto y planto mi gran caperucete.
A las ocho, salto y lo recojo.
A las nueve, empina la bota y bebe.
A las diez, borriquito, borriquito es.
A las once, llama el conde con campanillas de bronce.
A las doce, ¿qué quiere usted, señor conde ? y se daba azote, lique y culá.
A las trece, amanece, dando culá.
A las catorce, anochece, y se daba con azote, lique y culá.

Se iba saltando cada vez más deprisa y siempre ocurría que alguno de los que saltaban fallaba en uno de sus saltos, de manera que si se equivocaba en alguna de las partes, se tenía que quedar de burro, y el que la pringaba y hacía de burro, estaba en una postura tan incómoda que a nadie le gustaba hacer de burro.

La posición que tenían los jugadores, se ve en este dibujo, encorvado el que la pringaba de burro y otro de los jugadores saltando sobre el burro.

salto


La cencerrada

Una de las costumbres que hubo en tiempos, pues ya se ha perdido, era la «cencerrada», un ruidoso y sonoro concierto hecho a base de cencerros y cualquier otro instrumento que hiciera estruendoso ruido, con el que se hacía obsequio en el día de la boda a los viudos que se volvían a casar, y solía hacerse durante la jornada de los desposorios, acompañndoles a la salida de la iglesia al terminar la ceremonia y se prolongaba durante la noche para no dejarles dormir.
La ceremonia la solían celebrar a tempranas horas del día y con poca asistencia, pero aún así había quien se enteraba y ya tenían acompañamiento garantizado.
En el diccionario de la R.A.E., se lee : cencerrada.- Ruido desapacible que se hace con cencerros, cuernos y otras cosas para burlarse de los viudos la primera noche de sus nuevas bodas.
Y también se tiene noticias de que había esa costumbre en otros lugares, que se hacía cuando un forastero se casaba con una joven de un pueblo y no pagaba lo estipulado por los mozos de dicho pueblo, aunque en el nuestro solamente se hacía a los viudos.
En nuestro pueblo se hacía como en otros muchos pueblos, y a continuación se muestra una foto donde se ve el acompañamiento hecho a una pareja en el día de su boda, siendo el novio ya viudo, Antonio López Villaverde, que algunos le recuerdan como el bastonero del baile, el cual se casó con Magdalena Miguel González en segundas nupcias en el verano de 1948.
Normalmente se preparaba un dosel imitando un palio, a base de cuatro varas largas de fresno, y en las puntas se sujetaban las cuatro puntas de una manta, atándose a la vez, en cada extremo de las varas, un cencerro en cada una, y era bajo ese dosel a donde se metía a los recién casados acompañándolos en procesión.
La verdad es que echando la vista atrás, se ve aquello como una gamberrada, pero esa era una de las tradiciones y costumbres del pueblo, y que gracias a Dios han desaparecido.

En la foto siguiente se ve la procesión en la que llevaban bajo un dosel hecho con unas varas y una manta, a los recién casados, Antonio y Magdalena, entrando en la plaza del pueblo por la calle de la Iglesia en el verano de 1948, con los dos personajes que portaban las varas delanteras, a la izquierda se ve a Rafael Balandín «Patinete» y en la derecha se ve a Esteban Balandín, «Estebinan».

cortejo


Otra cencerrada que recuerdan algunos es la que se dio en la boda celebrada sobre 1956 entre el viudo Evaristo Alonso y Celsa Álvarez, y se la dieron por la noche a las puertas de su casa en la calle Huerta, hoy día nº 39, casi esquina a la travesía de la Cruz, pues allí había un pajarillo que escogieron para vivir, y que recuerdan algunos mayores la cantidad de cencerros que se emplearon en esa sonada cencerrada, que eran de una colección que tenía Tomás Navas.



El coche de línea

Empezó el transporte de viajeros en Moralzarzal con Ángel González Mazarías, que tenía un coche de caballos y le adjudicaron la línea de Moral a Villalba, teniendo que coger el correo en la estación de ferrocarril de Villalba para llevarlo a Moral, Cerceda, Boalo, Mataelpino y Manzanares, aunque el reparto a Manzanares no lo hacía con el coche sino con una caballería.
Luego Cayo Mansilla siguió con la línea, y a continuación fue Carlos Estévez Muñoz, que ya utilizaba un Ford de pedales y luego fue su hijo Castor Estévez Redondo el sucesor, que primero tuvo la línea hasta Villalba y después se la concedieron hasta Madrid.
Cuando a Castor le adjudicaron la concesión de la línea del transporte de Moral a Madrid, salía de la calle Hileras, luego de Bailén y antes de dejar Castor la línea, salía el coche de la calle Gaztambide nº 8, y tuvo coches de las marcas Dodge, Chevrolet y un Citröen.

Como el título era concesión de la línea, al transporte se le decía el coche de línea o el coche de Castor. Solía hacer paradas en el trayecto, y decía Santo Domingo, parada y fonda, y era para tomar un chato de vino, pues entonces no había el control ni la «libertad» que hay hoy día, y además Castor era una persona muy bromista, ese es el recuerdo que tenemos los que le conocimos, además de que le gustaba el vino, como a la mayoría de las personas buenas.
Venía por la antigua carretera de la Coruña, y en el bar de las Rozas llamado «Casa Masa», que ya ha desaparecido, hacía una de las paradas obligadas, después en Torrelodones junto al edificio donde estaba Teléfonos, y en Villalba paraba en «Casa Constantino», después en «El Raso» también en Villalba, y además paraba junto a la tienda de comestibles de Félix Regueira, y finalmente en el Moral en la Avenida de La Salud, ya en su casa.

Cuando se llegaba a la entrada a Madrid, se tenía que pasar por el fielato, que era una oficina que había a la entrada de las poblaciones en la cual se pagaban los derechos de consumo, es decir era como una aduana, donde se cobraban los arbitrios y tasas municipales sobre el tráfico de mercancías.
Como cualquier otro vehículo de transporte de pasajeros, el coche de Castor tenía que pasar por el fielato y los consumeros o inspectores de consumos, inspeccionaban los paquetes, bolsas o cualquier bulto para determinar si se llevaban mercancías que tuvieran que pagar las tasas de consumo.
Hay un hecho que resulta muy gracioso, y que me dijo una persona mayor de nuestro pueblo, y es lo que le ocurrió a una mujer que cree recordar que era de Villalba, y es que llevaba un jamón a Madrid, siendo los jamones unos de los artículos que tenían las tasas mas elevadas a pagar en el fielato, pero la mujer, que debía ser muy avispada, mujer de pueblo que iba tocada con su clásica toquilla de lana, tuvo una idea muy genial, y fue la de tapar el jamón con la toquilla, aparentando que fuera un «bebé», y cuando el consumero subió al coche para inspeccionar las bolsas y paquetes con el objeto de encontrar mercancías para que pagaran, la mujer mostrando parte de un pecho simulaba que amamantaba al «bebé jamón» y el inspector, con mucha discrección, dirigió su mirada hacia otro lado para no intimidar a la viajera, de modo que la avispada mujer se libró de pagar el fielato.
Una vez que se bajó el consumero del coche, y éste empezó a andar para llegar a su destino, la guasa y jolgorio que se organizó fue mayúsculo, y los viajeros estuvieron un buen rato riendo y comentando la imaginación de dicha mujer.

En la foto siguiente se ve el coche de Castor en el Gamonal, junto a la casa de Heladio Hernando, que aparece en la puerta del coche junto a su mujer Antonia.

coche de Castor



La corrobla

La corrobra, palabra que ha derivado a corrobla con el uso en nuestro pueblo, era el agasajo o convite que hací el comprador o el vendedor de un trato, a los que intervienen en el acto de compraventa, que consistí en pagar una invitación, obsequio o agasajo a celebrar en la taberna a las personas que intervenían en el trato, acuerdo o pacto, de manera que el que invitaba lo hacía para desviar en su provecho el resultado del trato, como por ejemplo la celebración de la corrobla por la venta de una finca. Ese sentido o significado, con el tiempo, también se dio a la reunión de amigos para el esparcimiento, regocijo y celebración entre ellos.
Cuando una pareja se iba a casar, se hacían públicas las amonestaciones, que según se ve en el diccionario de la Real Academia Española, amonestación es la notificación pública que se hace en la iglesia de los nombres de quienes se van a casar, a fin de que, si alguien supiere algún impedimento, lo denuncie.
Cuando se iba a celebrar el matrimonio eclesiástico de los novios, lo que era normal antiguamente, se celebraban tres amonestaciones, y cuando se daba la segunda, el novio invitaba a los amigos a una arroba de vino en las gradas que había en la plaza, esa escalinata de escalones corridos que había desde el año 1862 en la salida de la plaza hacia la calle Roseles y plaza de la Fragua.
La novia llevaba a sus amigas a casa y las invitaba a pastas, siendo la primera celebración acontecida en el pueblo, después de acabar la guerra, la de cuando se iban a casar Teodoro Morato y Paquita González, y se celebró acompañada de música en el mes de mayo de 1940.
Cuando una pareja se iba a casar, la invitación consistía en entregar a los invitados un cucurucho con almendras, cacahuetes o frutos secos, y la última boda celebrada en el pueblo y en la que se dio fue en la de Ana María Merlos y Marcelo González Taillet, conocido como Marcelo Sagasta, boda celebrada a finales del mes de octubre de 1948.

Para ver lo que eran las gradas, en la foto que sigue se ve a un grupo de amigos sentados en ellas, hacia 1963, y con la fuente en medio.

en las gradas





El baile de las flores

El baile de las flores se celebraba después de acabada la ceremonia nupcial, y estaba relacionado con la tradición de sacar dinero la novia de su ramo de flores.
Celebrada una boda, los novios iban al Casino, que era el antiguo bar Centro de la plaza, ahora ocupado por una Notaría, y al novio o recién casado lo sentaban en una silla y los hombres sacaban a bailar a la novia, o recién casada, y la daban el regalo, que solía consistir en una cantidad de dinero. A este acontecimiento le llamaban «las flores», y también «baile de las flores».
Y como la bailarina cambiaba de pareja, se veía qué bailarín tenía mejor arte para bailar, y además los recien casados obtenían un buen dinero para comenzar su nueva vida conyugal.
Modernamente se hace ahora en el banquete nupcial la subasta de trozos de la corbata del nuevo marido, o de trozos de liga de la novia, ex profeso usada para la subasta, y parece que a algunas personas nos da la sensación de que se rendía más consideración y respeto a la recién casada según esa antigua costumbre que con esta de ahora.
Antes de la boda, a veces se ponían novio y padrino en la plaza con vino y bollos o pastas, y los que iban pasando tomaban una pieza, bien de bollo o una pasta, y al que le daban un puro era señal de que estaba invitado a la ceremonia y al banquete.

Para ver el edificio de la plaza donde se encontraba el Casino, se muestra la foto que sigue, hecha sobre el año 1895, ese edificio más bajo que hay entre los otros dos y que tiene delante un burladero, pues la foto fue sacada durante las fiestas patronales.

Casino





La caza del ganguino

Esta si que era una buena broma que se gastaba en el pueblo, y fue una costumbre que hacía reír a todos los que participaban en ella, pero veamos de que se trata.
En el diccionario de la Real Academia Española se encuentra la descripción de la palabra gamusino y dice : Animal imaginario, cuyo nombre se usa para dar bromas a los cazadores novatos. En nuestro pueblo se suele decir «ganguino» en lugar de gamusino, y la broma se fraguaba cuando se veía a una persona con una gran evidencia de credulidad, muy ingenuo, un buenazo e inocentón, y se la incitaba de manera que se la provocara su egoísmo estimulándola con la obtención de un buen y rápido beneficio.
Esta broma era muy sonada porque en ella participaban un buen número de bromistas y solían agregarse poco a poco los que iban llegando al lugar del escenario escogido para gastarla.
Una vez elegida la víctima, que solía ser un hombre, se pasaban días hablando unos y otros cuando se estaba cerca de ella, de las delicias de la caza de un animal que era muy valioso, y de lo bien que se pasa durante su caza y los beneficios a obtener con su venta.

Estando a la puerta del bar que había en la plaza del pueblo llamado «El Lago» en la mañana de la víspera del día de Reyes del año 1983, y una vez que ya se había elegido al ingenuo novato, un camarero del bar, y preparando el asunto durante unos cuantos días, se fue acercando Juanjo Sabariegos, con esa gran labia que tiene para contar cosas divertidas y una gran habilidad para vender lo que sea necesario, aunque sea la Torre del Oro, y allí estaba ese camarero, joven de un pueblo zamorano, el cual fue escogido de novato debido a su inocencia, ingenuidad y credulidad. Enseguida se empezó a hablar, entre los mozos que querían dar la novatada, sobre la caza del ganguino, lo excitante que era, la belleza del animal y el valor que tenía, con lo que se podía sacar una buena cantidad.
El joven escogido como víctima de la broma, empezó enseguida a interesarse por el bicho del que se hablaba, al oír lo que decían de su fino pelaje, lo cotizado que estaba y lo rápido que se podía conseguir un dinero, comparándolo con animales de pelaje muy valioso, como visones o martas. Los mozos no paraban de hablar y dar explicaciones de la manera de poder cazarlo, de las excelencia de su piel y venga a hablar, de manera que el novato cada vez se sentía más interesado en el asunto.
El jolgorio que había era extraordinario, y se arrimaban más mozos al ver el lío preparado al joven camarero así como gente madura que se sumaba a la jarana arrimando su ascua para despertar más interés en la víctima al participar con habilidad en la trama urdida mediante sus frases.
Algunos se prepararon con cuerdas y sacos para poder atar al animal y meterlo en el saco, y Justo «Baturro» y Juanjo, tomaron sus pertrechos de caza, canana, escopetas y demás menesteres para ir a la caza del animal. Que si vamos por el camino de Alpedrete, cerca del cementerio, que parece ser que allí lo han visto, que si vamos cerca de los Linarejos decían otros que lo habían visto por allí, que si vamos al Cerrillo de las Pozas, pues a veces algunos decían que por un sitio habían visto al macho, y otros que hab/ían visto a la hembra, y así otros llevaban guantes para mitigar la mordedura y arañazos que pudiera causar el animal en las manos, otros y traían palos con los que ir a por el precioso trofeo.
Salieron y ya se hacía de noche y en un momento determinado se oyó una voz que decía : «Ya lo tengo, preparar el saco», y uno metió el ganguino en el saco, sin ser visto por la víctima, que no era otra cosa que un perro pastor alemán bastante hermoso, y una vez encerrado el bicho, discutían si lo llevaba uno, que si otro, y en esa discusión Juanjo dijo que lo llevara una persona imparcial, el novato, es decir el camarero del bar. Se le advirtió que no lo dejara escapar, que lo llevara bien seguro, que no posara el saco en el suelo, y que no encendieran ningún cigarrillo para que el animal no viera nada de luz, que le podría dañar y su valor bajaría muchísimo, y como era el tiempo frío, se le dijo que lo tapara bien, que pusiera su abrigo sobre el saco para que tuviera más obscuridad, de manera que con tanto trajín llegaron al bar de la plaza llamado El Centro, y allí estaba un buen compinche, Tomás Navas, que sacó un buen puñado de billetes de mil pesetas de entonces, y se armó una buena discusión diciendo algunos que eso no era suficiente, que el ganguino valía muchísimo más.
Salieron de dicho bar Centro y entraron en el bar Madrid que estaba pegado al Centro, y allí siguió la discusión, y a todo esto el pobre camarero estaba con los ojos más grandes que platos al ver cómo iba el asunto, y se le advertía que no lo dejara escapar, que tuviera mucho cuidado.
De allí se fueron al bar Sol, y después de otras discusiones, al final el perro «ganguino», se escapó del saco y por una ventana huyó.

Y esta es una exposición de la broma de la caza del «ganguino», que se hacía en nuestro pueblo, suceso que se repitió mucha veces, y así como en este caso se empleó un perro, a veces Juanjo metió un trozo de viga de hierro para hacer de «animal», y este hecho acontecía en con cierta frecuencia en los pueblos colindantes en los que también se empleaban buenas piedras para simular dicho ganguino.
Juanjo recuerda que en una ocasión, el novato, antes de cazar al bicho, repartiera el botín, de manera que lo dividió en tres partes, una para él mismo, otra para su abuela y la tercera para irse todos los participantes de la «caza» a un club de alterne con bellas mujeres para pasarlo bien.

Y estas son cosas de los pueblos de nuestra zona, aunque en este último ejemplo, no creo que lo pasaran mejor ni fuera tan divertido como con la propia broma.

La siguiente foto muestra a un grupo de amigos que gastaron muchas novatadas de la caza del ganguino, y aquí se les ve esperando consumar la broma al novato de turno, estando en primera línea Justo «Baturro».

preparados


Otras personas del pueblo que eran muy bromistas y amantes del jolgorio y gastaban esas bromas fueron los hermanos Cuena González, Juan, Ángeles y Luis, y hay mayores, entre los vecinos, que recuerdan una vez que lo hicieron en el intermedio del baile, en el Salón.
Me contó una persona del pueblo, que un año, cuando venía a vender camuesas (manzanas de pequeño tamaño, pero muy ricas) al Moral, un vecino de Miraflores de la Sierra llamado Manolo «el Culón», y dejaba el caballo y el carro con que venían de su pueblo, en un pajar que tenían en la calle de la Iglesia Teodoro Morato y su primo Teodoro Balandín, que era conocido como el «tío Sana», también se prestaron a la broma de la caza del ganguino y para ello metieron en el saco a Jesusín, hijo de Manolo el de Miraflores, y el novato elegido fue un pastor de Adolfo González «el Gallo», pero el pastor, que era conocido como «Chabeles», se percató del asunto y la broma se estropeó, broma que fue también una idea de Justo «Baturro».





el padrino del bautizo

Una tradición que ha habido en el pueblo hasta hace aproximadamente unos 30 años, es decir hasta el año 1985 más o menos, era la que se hizo costumbre entre los chavales, cuando se celebraba un bautizo, y iban a recoger las monedas y caramelos que lanzaba el padrino al aire, y los mozalbetes competían por coger del suelo, ya que caían, el mayor número posible de ellas, y normalmente se hacía a la puerta de la iglesia, una vez acabada la función religiosa del bautizo.

El bautizo era una fiesta en la que se celebraba para solemnizar la introducción al Cristianismo, normalmente de un recién nacido, al recibir el Sacramento del bautismo, cosa que antes de cambiar la orientación religiosa, era lo común en todos los pueblos de España, y en esa ceremonia se vierte agua en la cabeza del neonato, como símbolo de purificación, de nacimiento a una nueva vida y de aceptación y entrada en la Iglesia cristiana, en nuestro pueblo la Iglesia Católica, a la vez que se le ponía el nombre.
Acabada la ceremonia religiosa, a la salida de la iglesia, los chavales cantaban unas coplas al padrino y solían hacerlo en el orden que querían, pero que sueltas decían :
padrino cagao, si cojo al chiquillo lo tiro al tejao. Otra decía así : Eche, usted padrino, no se lo gaste en vino, eche, eche, eche, no se lo gaste en leche, y esta otra que decía : padrino roñoso, sea más rumboso, es decir, que echara mucho, que fuera más desprendido y dadivoso, con lo que invitaban al padrino a que echara monedas y caramelos para que pudieran cogerlas, es decir, que que fuera muy generoso, y los chavales las cogían a la rebatiña.

Normalmente, la gente preparaba un convite, siempre según sus posibilidades, a base de invitar a pastas o bollos, y se solía hacer en el «Salón de baile», donde ahora está el Sorcas, siendo yo testigo de un convite celebrado con ocasión del bautizo de la hija de unos veraneantes en agosto de 1956, dando un pregón, Calixto el pregonero, para anunciarlo, y que decía :
"de parte del señor Solaaano... se invita al vecindario .... a rosquillas y limonaaaada en el salón de baaaaile .... se traigan vaaaaso.", y todos los que quisieron ir fueron invitados, y las rosquillas las estuvieron haciendo durante varios días una hermana, y varias sobrinas del Sr. Solano, bautizo celebrado el día 9 de septiembre de 1956.

La siguiente foto muestra a los padrinos, los hermanos Fernando y Pilar, él vestido de marinero, y ella llevando en brazos a la iglesia a bautizar a su hermana de pocos días, con un grupo de familiares y varios chavales y mocitas que se agregaron a la comitiva.

camino de la iglesia


Se les ve subiendo por la calle de la Iglesia camino de la parroquia para celebrar el bautizo, a la altura de la tapia del prado Mesón una vez pasado el «baile», y el padrino, después de la ceremonia, echaba monedas y caramelos de las que le daba su padre y varios familiares, para seguir la costumbre del pueblo.



El salón

Era la sede social de la sociedad más veterana del pueblo :

SOCIEDAD RECREATIVA CULTURAL LA ALEGRÍA SERRANA

antiguamente allí se celebraba normalmente el baile, se proyectaban películas, tenían lugar acontecimientos culturales de distinta índole, pero para ver un poco de su historia, pincha en el siguiente enlace donde está el nombre por el que se conoce actualmente, SORCAS, ahora más conocido que por el antiguo del Salón.



Puedes ver algunas fotos pinchando en el escudo



*** Las fotos de calva y tanga están tomadas de juegos autóctonos del colegio San Agustín de Valladolid.


© 2006 - Antonio López Hurtado